domingo, 20 de mayo de 2012

Conga al Congo

LIMA, 26 DE ABRIL DE 2012
A ver, ¿qué puede estar pasando acá, qué entretelas se habrán de mover mientras se actúa una obra en el escenario de lo obvio? ¿Qué verdadera intención se esconde detrás de la primera reacción de Newmont al acuerdo tomado por el gobierno de Ollanta frente al caso Conga, respaldada en el peritaje que se contrató ad hoc? ¿Por qué no podemos ilustrarnos los ciudadanos que tributamos –y los que lo hacen de manera indirecta también, desde la informalidad–, por qué estamos obligados a comernos doblada la versión que se nos da de los hechos, para que sean nuestras volátiles opiniones sintetizadas en las encuestas las que decidan sobre el futuro de nuestra Tierra?
Una vez oficializada la decisión del gobierno de que Conga va pero asegurándose de que la minera cumpla con las modificaciones que figuran en el peritaje (incluyendo sus ambigüedades para las poblaciones vecinas), ocurrido eso sale el men de Newmont a declarar que si estas exigencias vuelven poco rentable el proyecto, ellos se irán con sus 4,800 millones de dólares a otros destinos donde la inversión sea más segura, pues se daría en condiciones de mayor estabilidad. ¿Adónde? ¿Al Congo, a Guinea Ecuatorial, a Haití? ¿A extraer grasa útil en la fabricación de Simoniz para limusinas oscuras?
La lógica: de aplicarse las exigencias del peritaje, se podría atentar contra el diez por ciento de utilidad que debe tener todo proyecto minero que se precie de tal. Entre lo que los técnicos contratados sugieren –y el gobierno convierte en elemento vinculante para la viabilidad de Conga– destaca no emplear las lagunas Azul y Chica como depósitos del tajo Perol, construir reservorios para desechos tóxicos en una ubicación distinta de la planeada originalmente, crear un Fondo Social que sume al compromiso gubernamental de invertir 5,000 millones de nuevos soles para el desarrollo local, y generar diez mil puestos directos de trabajo. Sostiene Newmont que solo el cambio de sede de los basureros de relaves restaría cuatro puntos a la rentabilidad y que sumando y sumando, se terminaría trabajando a pérdida, en cuyo caso ahí están el Congo para Conga, Guinea Ecuatorial y Haití. Ahítos de inversión extranjera con su Coltan, sus diamantes y sus poblaciones tan bien habituadas a la esclavitud.
A ver entonces, para Newmont la protección de la vida y la salud de las poblaciones cajamarquinas está como objetivo en segundo lugar luego de la rentabilidad, y como suele ocurrir con los PERT de las mineras, la primera prioridad es antagónica con la siguiente. Lo está admitiendo tácitamente Newmont: “si me obligan a tomar una medida que colaborará con el bienestar de los cajamarquinos pero que me va a salir muy cara, entonces de haberte visto no me acuerdo”. Es tan sencillo como eso. La cuestión es que con esta bravuconada Newmont pone al gobierno de Ollanta contra las cuerdas, porque lo obligará o a retroceder o a dar una buena pateada de tablero tipo Cristina Kirchner, y cualquiera de los caminos se asoma sin frenos al abismo.
¿O se trata de una reacción consensuada con el propio Humala? Es decir, que como la gente no está (no estamos) ni por asomo convencidos de la transparencia del proceso desde que se tomó los servicios de los peritos hasta hoy, entonces hacen decir a la empresa que las condiciones exigidas son excesivas para que pensemos que Ollanta es poco menos que William Tell. Una vez calada esta idea, el peritaje sobre Conga y lo impuesto por el gobierno nos parecerán una muestra de la afirmación de nuestra dignidad nacional, siempre por delante. ¿Y si no es por delante?(Escribe: Rafo León)

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