Una encuesta de Ipsos Apoyo ha actuado como una certificación de la
enorme legitimidad que tienen, en Cajamarca, el rechazo y la protesta
respecto al proyecto Conga.
A la vez, también ha certificado la carencia de consentimiento social que padece el proyecto, lo cual es una evidencia de que tiene serios problemas de viabilidad.
En efecto, el sondeo revela que el 78 % de la población de la provincia de Cajamarca está en contra del proyecto. En el ámbito urbano, el rechazo es de 74 por ciento. En el rural es de 83 %.
Siendo muy altos, es altamente probable que estos porcentajes sean inclusive mayores en las otras provincias afectadas por el proyecto: Celendín y Hualgayoc. En estas las protestas han sido más fuertes, la ruralidad es más alta, y ya tenían experiencias funestas con la minería.
Estos resultados también han venido a demostrar otras cosas. Por ejemplo, que es falso que el rechazo era básicamente rural, y que, en la ciudad de Cajamarca, era sólo una minoría la que se imponía por la fuerza a una “mayoría silenciosa”.
También se han desacreditado las versiones de que el origen del conflicto se hallaba en el puro interés político y la manipulación de los líderes de la protesta. Un rechazo a la mina que bordea el 80 por ciento no puede ser creado sólo por los líderes. Estos lo representaron y le aportaron un discurso, pero no lo crearon.
La encuesta muestra otras razones de por qué es tan amplio y arraigado el rechazo al proyecto Conga. Una de ellas es la alta sensibilidad ambiental. El 47 % piensa que el principal problema del país, ojo, del país, es la contaminación ambiental, y el 32 % que es la falta de agua. En comparación, en Arequipa se piensa que los principales problemas del país son la corrupción y la delincuencia.
Otros datos: sólo el 17 % de los cajamarquinos piensa que su región está progresando. El 50 % piensa que la minería no contribuye nada, o más bien perjudica, al desarrollo de la región. El 74 % opina que la minería trae más perjuicios que beneficios, y ese porcentaje sube al 93 % en el ámbito rural. El 84 % cree que trae graves daños al ambiente.
Finalmente, el sondeo da cuenta que el 56 % de los cajamarquinos piensa que no pasará nada si no se lleva a cabo el proyecto Conga.
Este cuestionamiento tan grande de los cajamarquinos hacia la actividad minera no es algo que se pueda explicar sólo a partir de lo que hayan dicho o hecho sus líderes. Es consecuencia, en primer lugar, de la experiencia de décadas de la propia gente. Y, en segundo lugar, del manejo tan autoritario de este último conflicto por parte de Yanacocha y el Ejecutivo.
El problema es que haya pasado tanto tiempo de intensa protesta, primero desatendida, y luego reprimida con tanta violencia, para que los dueños del proyecto y ciertas autoridades recién digan que van a suspender el proyecto.
O, peor aún, que tengan cara para decirle a los cajamarquinos que volverán a intentarlo cuando mejoren las circunstancias.
A la vez, también ha certificado la carencia de consentimiento social que padece el proyecto, lo cual es una evidencia de que tiene serios problemas de viabilidad.
En efecto, el sondeo revela que el 78 % de la población de la provincia de Cajamarca está en contra del proyecto. En el ámbito urbano, el rechazo es de 74 por ciento. En el rural es de 83 %.
Siendo muy altos, es altamente probable que estos porcentajes sean inclusive mayores en las otras provincias afectadas por el proyecto: Celendín y Hualgayoc. En estas las protestas han sido más fuertes, la ruralidad es más alta, y ya tenían experiencias funestas con la minería.
Estos resultados también han venido a demostrar otras cosas. Por ejemplo, que es falso que el rechazo era básicamente rural, y que, en la ciudad de Cajamarca, era sólo una minoría la que se imponía por la fuerza a una “mayoría silenciosa”.
También se han desacreditado las versiones de que el origen del conflicto se hallaba en el puro interés político y la manipulación de los líderes de la protesta. Un rechazo a la mina que bordea el 80 por ciento no puede ser creado sólo por los líderes. Estos lo representaron y le aportaron un discurso, pero no lo crearon.
La encuesta muestra otras razones de por qué es tan amplio y arraigado el rechazo al proyecto Conga. Una de ellas es la alta sensibilidad ambiental. El 47 % piensa que el principal problema del país, ojo, del país, es la contaminación ambiental, y el 32 % que es la falta de agua. En comparación, en Arequipa se piensa que los principales problemas del país son la corrupción y la delincuencia.
Otros datos: sólo el 17 % de los cajamarquinos piensa que su región está progresando. El 50 % piensa que la minería no contribuye nada, o más bien perjudica, al desarrollo de la región. El 74 % opina que la minería trae más perjuicios que beneficios, y ese porcentaje sube al 93 % en el ámbito rural. El 84 % cree que trae graves daños al ambiente.
Finalmente, el sondeo da cuenta que el 56 % de los cajamarquinos piensa que no pasará nada si no se lleva a cabo el proyecto Conga.
Este cuestionamiento tan grande de los cajamarquinos hacia la actividad minera no es algo que se pueda explicar sólo a partir de lo que hayan dicho o hecho sus líderes. Es consecuencia, en primer lugar, de la experiencia de décadas de la propia gente. Y, en segundo lugar, del manejo tan autoritario de este último conflicto por parte de Yanacocha y el Ejecutivo.
El problema es que haya pasado tanto tiempo de intensa protesta, primero desatendida, y luego reprimida con tanta violencia, para que los dueños del proyecto y ciertas autoridades recién digan que van a suspender el proyecto.
O, peor aún, que tengan cara para decirle a los cajamarquinos que volverán a intentarlo cuando mejoren las circunstancias.
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