lunes, 12 de septiembre de 2011

Los fantasmas antimineros

LA MINERÍA AÚN NO ENCUENTRA LA FÓRMULA PARA LOGRAR SUPERAR VIEJOS MITOS QUE LA SINDICAN COMO CONTAMINADORA Y EXPOLIADORA DE LOS RECURSOS NATURALES. SE REQUIERE DE UNA PEDAGOGÍA SOCIALQUE INVOLUCRE A VARIOS ACTORES
Lunes 12 de Setiembre del 2011
El sector minero aún no ha logrado desprenderse de la mitología que lo fustiga desde hace tiempo. Frases como: “la minería contamina”, “no genera desarrollo”, “produce ingresos por canon que solo se quedan en Lima”, o “perjudica a la agricultura”, siguen resonando y son usados para atizar reclamos sociales en contra de la minería.
A estas frases se ha sumado una nueva: “Las empresas mineras no saben informar”, con lo cual, no solo se ha etiquetado a esta industria como perjudicial, sino que, además, se la rotula como una comunicadora torpe.
Álvaro Barnechea, director de Paraca Comunicaciones y coautor, junto con Francisco Tumi, del libro “El síndrome del cuarto del rescate” (que incluye una serie de entrevistas a personajes relacionados con la actividad minera), indica que siempre habrá leyendas alrededor de las actividades extractivas, porque se trata de temores naturales frente a la inversión.
“Estos temores son centenarios y milenarios. Es muy difícil combatirlos directamente y hay que asumir que existen”, señala.
Barnechea sostiene que, en el caso peruano, la inversión en las industrias extractivas (como el sector minero) ha crecido mucho más rápido que la pedagogía social y la divulgación de lo que supone esta inversión, hecho que genera vacíos que han sido llenados con distintos mitos que no se ajustan a la verdad.
PAÍS MINERO
Pese a que gran parte de las rentas del país proviene de la actividad minera, el Perú no se reconoce como un país minero, menos aun está orgulloso de serlo. En ese sentido, Barnechea sostiene que se necesita reconciliar a la minería con el Perú, y si bien siempre habrá una mitología alrededor del sector minero, se requiere ordenar esa mitología.
“En pleno siglo XXI, la visión generalizada, incluso entre nuestra clase media, concibe los proyectos extractivos, y por añadidura a toda la gran inversión, como la actualización simbólica de una expoliación originaria, condensada en la imagen del cuarto del rescate de Atahualpa”, afirma.
Ante ello, los pedidos y reclamos van más allá de lo inimaginable y, al no ser satisfechos, se recurre al discurso típico de acusar a la minería de contaminante o se apela a la mitología tradicional.
PEDAGOGÍA SOCIAL
Barnechea considera que en este caso se requiere un esfuerzo de pedagogía social que vaya más allá de los enclaves mineros –pues se trata de un asunto nacional–, que haga comprender de dónde se obtienen estos recursos, en qué se gastan y quiénes serán los beneficiados.
Manifiesta que hoy la consulta popular no resuelve el tema de los beneficios que obtendrá la población impactada por la actividad minera, pues las audiencias están orientadas a informar a la población acerca de los estudios de impacto ambiental; y, si bien este aspecto es importante, a la población no se le da un alcance sobre los beneficios que obtendrá con la operación minera.
“Un instrumento de gran utilidad para reducir los conflictos sería el montaje de mesas de desarrollo, dotadas de técnicos y especialistas, con un propósito más amplio y un aliento más largo que el de las mesas de diálogo, en las que las inversiones doten de sentido a algo mayor”, explica.

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