lunes, 28 de noviembre de 2011

Buscando la ruta

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Para muchos peruanos, la palabra innovación no genera un concepto concreto, un ejemplo real, un caso cercano. ¿Qué faltó hacer en el Estado y en la empresa privada para evitar que ello ocurra?
Por: Alberto Limache R
Lunes 28 de Noviembre del 2011
Un Estado sin política tecnológica, empresas privadas que no arriesgan invirtiendo en innovar, un país que se limita a importar la innovación.
Esa es, lamentablemente, la foto con la que los especialistas vinculados con la innovación describen lo que ha venido sucediendo en el Perú. El tema ha estado en el debate entre funcionarios públicos, académicos y por qué no, de empresarios. Pero más allá de aisladas iniciativas, hay un largo camino por recorrer.
¿INNOVAR?
Digámoslo claro: el tema preocupa, pero no ha desesperado a nuestros últimos gobernantes. Muestra de ello es que en el Presupuesto General de la República 2012, apenas un 0,15% se destinará a los actores de la innovación.
“Además, estimo que aquí apenas estamos dedicando un 0,12% del PBI a innovar, pero en países tan cercanos como Brasil y Chile se invierte hasta siete veces más, y en los países desarrollados se destina entre el 2% y el 4% del PBI”, comenta Víctor Carranza, presidente del Concytec.
El tema es crítico, dado que desnuda una verdad que no muchos ven: la década y media de crecimiento de la economía peruana se basa aún en un modelo exportador primario, estatus que las naciones con que competimos están superando poco a poco –con investigación e innovación– originando una oferta nacional con valor agregado.
Lo dice la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) en una evaluación sobre el Perú: “Los brillantes resultados macroeconómicos recientes no deberían ocultar las debilidades de un desarrollo que se basa principalmente en la explotación de recursos naturales”, explica el análisis realizado entre octubre del 2009 y junio del 2010.
Por si fuera poco, esta entidad concluye que el de-sempeño peruano en ciencia, tecnología e innovación no corresponde con el nivel de desarrollo macroeconómico y comercial del país.
“Estamos en una situación lamentable (...), entre los últimos países del mundo. Basta con leer los resultados del último informe de competitividad del “World Economic Forum” [ver informe de la pág. 26]”, opina Luis Diez Canseco, socio del Estudio Muñiz, Ramírez, Pérez-Taiman & Olaya.
¿Y cuál ha sido el papel del Estado en esta situación? “Solo hay esfuerzos aislados de la PCM, Concytec y del Ministerio de la Producción”, añade Diez Canseco.
ESTATAL
Efectivamente, la labor solitaria de entidades como Concytec (que fomenta la investigación), Perú Compite (a cargo del Ministerio de la Producción), Fidecom y la actividad de fondos mixtos como Fincyt (con recursos del BID y del Gobierno), hizo que la tarea estatal en innovación y tecnología no sea, al menos, nula.
Estas entidades brindan recursos financieros a ciertas empresas (principalmente pequeñas y medianas) para la modernización de sus procesos. Fincyt administró un fondo de US$37 millones en 70 proyectos de innovación en todo el país.
A su vez, Concytec recibe fondos por US$25 millones del BID (adicionales a su presupuesto anual) y otros, como Fidecom, administran recursos por US$62 millones.
“Pero esos fondos resultan insuficientes. En Chile, el 10% de los tributos originados por la venta de cobre se destina a investigación; en Brasil, el 2% de la recaudación va a fondos de innovación”, explica Carranza de Concytec.
“Para un crecimiento sostenible, deberíamos invertir US$1.000 millones anuales en innovación”, comenta Alejandro Afuso, director ejecutivo de Fincyt.
PRIVADOS
En innovación, tampoco existe una gran participación de la empresa privada, punto clave a ser debatido en la CADE 2011. En este sector, recién se está imponiendo la idea de innovar y mejorar tecnológicamente.
“Veo dos grupos: las empresas grandes fueron (y algunas aún son) solo grandes importadoras de tecnología, que la aplican con ligeras variaciones, y las pequeñas y medianas que crean sus mejoras, pero que no tienen recursos para perfeccionarlas. Invertir en investigación es riesgoso, y las empresas nacionales no arriesgan”, sostiene Carranza.
“En los países desarrollados, los capitales privados lideran la inversión en innovación”, agrega Afuso.
Para Pedro Spadaro, presidente de la Comisión de Innovación y Tecnología del Congreso, no existen las condiciones para asumir ese compromiso. “Hay empresas que vienen invirtiendo para mejorar la calidad de su producto y, por consiguiente, sus ventas; sin embargo, no existe una política de incentivo a la innovación”, explica.
Las falencias no solo están en lo tecnológico. “Pendientes están la innovación estratégica y la forma de gestionar las empresas. Con la primera, me refiero a desarrollar nuevos modelos de negocio, que reten los paradigmas de su sector y planteen nuevas formas; en la segunda, es aplicar herramientas de gestión más acordes con el siglo XXI y complementar los antiguos principios administrativos de la planificación, el control, la dirección y la coordinación”, comenta Guillermo Quiroga, director de la escuela de posgrado de la UPC.
Pero hay buenas noticias para el mediano plazo. “Hace dos semanas, se ha iniciado el trabajo del Comité de Innovación, integrado por representantes de varios sectores, para evaluar la política del presente gobierno que se ejecutará entre el 2012 y el 2016. Uno de ellos será la conveniencia de crear el Ministerio de Tecnología”, comenta Carranza. Además, se espera que se materialice la propuesta de la comisión parlamentaria presidida por Pedro Spadaro. “Queremos masificar el uso de las tecnologías de la información y emitiremos proyectos de ley para crear vicerrectorados de investigación, y la ley de la carrera del investigador”, explica. Con ello, ¿hallaremos la ruta hacia un crecimiento con base innovadora y tecnológica? Tal vez CADE 2011 nos dé alguna respuesta.

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