http://elcomercio.pe/impresa/pdf/1318309200/ECCE111011b12/
PERSISTE LA DISCRIMINACIÓN LABORAL
La buena presencia parece seguir siendo un requisito esencial para conseguir trabajo, pero este concepto de verse bien, encubre la negación de lo andino y preferir la piel y rasgos blancos. Mientras más caucásico se vea alguien, tendrá más oportunidades de conseguir trabajo en el Perú, sin importar cuán creativa, responsable o eficiente pueda ser una persona.
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado un grupo de profesores de la Universidad del Pacífico, quienes decidieron investigar a qué niveles llega la discriminación laboral en el país y, según los resultados, el Perú tiene mucho trabajo por hacer.
“Para empezar, el Perú debe internalizar que tiene una gran diversidad de etnias. Digo esto porque muchas veces una persona no es convocada a una entrevista de trabajo solo porque no tiene los patrones de la llamada belleza occidental”, dice Francisco Galarza, quien ha desarrollado la investigación titulada “Discriminación en el mercado laboral de Lima: Un análisis experimental”.
El experimento de Galarza consistió en enviar currículos para 2.228 puestos de trabajo, entre el 12 de junio del 2011 y el 21 de agosto de este mismo año, para cubrir plazas de técnicos en contabilidad, ingenieros –sobre todo de minas–, economistas y otras labores en las que no era necesario tener estudios superiores.
Un grupo de estos documentos pertenecían a personas con apellidos de origen extranjero acompañados de fotografías de gente con rasgos blancos. Mientras que un segundo paquete de currículos tenía apellidos e imágenes de personas con rasgos andinos muy marcados.
¿El resultado? Quienes más prefirieron convocar a personas con rasgos blancos fueron los empleadores que solicitaban trabajadores no calificados. Los segundos en discriminar a personas con rasgos andinos fueron los sectores que pedían profesionales calificados, mientras que en los técnicos no se observó algún tipo de discriminación.
“También hay algo en lo que se debe hacer hincapié. A la variable etnia se le debe sumar el género, y es aquí donde nos damos cuenta de que en el sector no calificado prefieren contratar a hombres. Esto es algo que debe ser solucionado, para que el desarrollo llegue a todos”, dice el investigador.
DIFERENCIA SALARIAL
El postular a un trabajo y ser aceptado es el primer filtro a la discriminación que todos deben pasar. El segundo tiene que ver con el sueldo. Según el profesor Gustavo Yamada, si damos una mirada general a este tema se puede afirmar que las personas de origen andino tienen un salario 50% menor que aquellos trabajadores no andinos. Sin embargo, refiere que hay que tener mucho cuidado con este dato. “Porque aquí está incluida la variable acceso a educación y ruralidad de las personas”, precisa.
En su investigación titulada “Diferencias étnicas en el mercado laboral peruano: un estudio comparativo de brechas de ingreso”, Yamada afirma que la diferencia de sueldos o salarios entre las personas de origen andino y las que no lo son, tiene su origen en la falta de acceso, de los primeros, a la educación.
“Los empleadores buscan personal más calificado y por esto las personas indígenas son las más excluidas, porque no tienen el mismo acceso al sistema educativo que una persona de origen no andino”, explica.
En segundo término, afirma que la ruralidad del ambiente en el que se desenvuelve una persona también influye en la diferencia salarial, porque en el medio rural no existen las facilidades logísticas de ciudades como Lima. Aunque el auge de la agroexportación puede hacer que esta situación de alejamiento se revierta dentro de poco.
Con estas dos variables bien definidas, Yamada afirma que la brecha salarial entre las personas de origen no andino y las indígenas se ha incrementado. “En 1997 era de 49% y en el 2009 los datos afirman que llegó a 53%”, refuerza el investigador de la Universidad del Pacífico.
En su opinión, la solución a este problema de exclusión pasa por fijar políticas de mediano y largo plazo que aseguren una educación bilingüe en los niveles de enseñanza básica. “Ya se ha demostrado que las personas que hablan quechua, aimara u otra de las tantas lenguas que tiene el país, aprenden mejor si les hablan en su idioma”, explica.
También sugiere que se ofrezcan becas o préstamos blandos para que las personas puedan tener acceso a una buena educación y así insertarse mejor en el mundo laboral.
POR EMPRESAS
La discriminación se da en todo tipo de entidades, según afirma Liuba Kogan en su investigación titulada “Discriminación en empresas grandes, medianas y pequeñas”. En ella, señala que las empresas grandes evitan la discriminación en el reclutamiento y selección de personal, pero sucede lo contrario al momento de ascender.
“Los ascensos son un tema complejo, porque parece que no importa la meritocracia, sino ser varón, blanco, de nivel socioeconómico alto, de mediana edad y heterosexual”, explica.
En las empresas medianas, afirma, la discriminación se pone de manifiesto en el reclutamiento al preferir contratar egresados de una determinada universidad, rasgos físicos y género. “En este tipo de empresas declaran brindar iguales oportunidades a hombres y mujeres, pero afirman que cuando una mujer tiene familia ya no es tan productiva”, dice. Mientras que en las pequeñas, la discriminación gira en torno a la edad. “Ellos prefieren gente joven”, comenta.
La importancia de las redesla
Otro factor que influye al momento de conseguir un trabajo es el de cuánta gente puede conocer un potencial trabajador, sobre todo cuando se trata de obtener un cargo que implique tener personal a cargo. Según joanna Kamiche, coaturora de la investigación “¿el origen socioeconómico y la raza pagan?”, la mayoría de las veces los altos mandos otorgan este tipo de trabajos a personas que pertenecen a un determinado círculo de amigos.
“La investigación ha tomado como muestra a 381 egresados de la universidad del Pacífico entre 1990 y 1995. De esta cantidad de egresados, el 18% ahora ocupa un cargo de máxima autoridad, mientras que el 46% tiene un trabajo de mediana autoridad”.
En el análisis de resultados, Kamiche encontró que aquellos que tenían un cargo de máxima autoridad eran los que poseían un apellido no andino, eran hombres y blancos.
“En las entrevistas con algunos egresados nos contaron que muchos de los que ahora ocupan el cargo máximo no necesariamente poseían los méritos para tenerlo. Los testimonios afirman que el ser blanco y el pertenecer a un nivel socioeconómico alto tuvieron mucho que ver en la designación”, explica la investigadora de la universidad del Pacífico.
PERSISTE LA DISCRIMINACIÓN LABORAL
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado un grupo de profesores de la Universidad del Pacífico, quienes decidieron investigar a qué niveles llega la discriminación laboral en el país y, según los resultados, el Perú tiene mucho trabajo por hacer.
“Para empezar, el Perú debe internalizar que tiene una gran diversidad de etnias. Digo esto porque muchas veces una persona no es convocada a una entrevista de trabajo solo porque no tiene los patrones de la llamada belleza occidental”, dice Francisco Galarza, quien ha desarrollado la investigación titulada “Discriminación en el mercado laboral de Lima: Un análisis experimental”.
El experimento de Galarza consistió en enviar currículos para 2.228 puestos de trabajo, entre el 12 de junio del 2011 y el 21 de agosto de este mismo año, para cubrir plazas de técnicos en contabilidad, ingenieros –sobre todo de minas–, economistas y otras labores en las que no era necesario tener estudios superiores.
Un grupo de estos documentos pertenecían a personas con apellidos de origen extranjero acompañados de fotografías de gente con rasgos blancos. Mientras que un segundo paquete de currículos tenía apellidos e imágenes de personas con rasgos andinos muy marcados.
¿El resultado? Quienes más prefirieron convocar a personas con rasgos blancos fueron los empleadores que solicitaban trabajadores no calificados. Los segundos en discriminar a personas con rasgos andinos fueron los sectores que pedían profesionales calificados, mientras que en los técnicos no se observó algún tipo de discriminación.
“También hay algo en lo que se debe hacer hincapié. A la variable etnia se le debe sumar el género, y es aquí donde nos damos cuenta de que en el sector no calificado prefieren contratar a hombres. Esto es algo que debe ser solucionado, para que el desarrollo llegue a todos”, dice el investigador.
DIFERENCIA SALARIAL
El postular a un trabajo y ser aceptado es el primer filtro a la discriminación que todos deben pasar. El segundo tiene que ver con el sueldo. Según el profesor Gustavo Yamada, si damos una mirada general a este tema se puede afirmar que las personas de origen andino tienen un salario 50% menor que aquellos trabajadores no andinos. Sin embargo, refiere que hay que tener mucho cuidado con este dato. “Porque aquí está incluida la variable acceso a educación y ruralidad de las personas”, precisa.
En su investigación titulada “Diferencias étnicas en el mercado laboral peruano: un estudio comparativo de brechas de ingreso”, Yamada afirma que la diferencia de sueldos o salarios entre las personas de origen andino y las que no lo son, tiene su origen en la falta de acceso, de los primeros, a la educación.
“Los empleadores buscan personal más calificado y por esto las personas indígenas son las más excluidas, porque no tienen el mismo acceso al sistema educativo que una persona de origen no andino”, explica.
En segundo término, afirma que la ruralidad del ambiente en el que se desenvuelve una persona también influye en la diferencia salarial, porque en el medio rural no existen las facilidades logísticas de ciudades como Lima. Aunque el auge de la agroexportación puede hacer que esta situación de alejamiento se revierta dentro de poco.
Con estas dos variables bien definidas, Yamada afirma que la brecha salarial entre las personas de origen no andino y las indígenas se ha incrementado. “En 1997 era de 49% y en el 2009 los datos afirman que llegó a 53%”, refuerza el investigador de la Universidad del Pacífico.
En su opinión, la solución a este problema de exclusión pasa por fijar políticas de mediano y largo plazo que aseguren una educación bilingüe en los niveles de enseñanza básica. “Ya se ha demostrado que las personas que hablan quechua, aimara u otra de las tantas lenguas que tiene el país, aprenden mejor si les hablan en su idioma”, explica.
También sugiere que se ofrezcan becas o préstamos blandos para que las personas puedan tener acceso a una buena educación y así insertarse mejor en el mundo laboral.
POR EMPRESAS
La discriminación se da en todo tipo de entidades, según afirma Liuba Kogan en su investigación titulada “Discriminación en empresas grandes, medianas y pequeñas”. En ella, señala que las empresas grandes evitan la discriminación en el reclutamiento y selección de personal, pero sucede lo contrario al momento de ascender.
“Los ascensos son un tema complejo, porque parece que no importa la meritocracia, sino ser varón, blanco, de nivel socioeconómico alto, de mediana edad y heterosexual”, explica.
En las empresas medianas, afirma, la discriminación se pone de manifiesto en el reclutamiento al preferir contratar egresados de una determinada universidad, rasgos físicos y género. “En este tipo de empresas declaran brindar iguales oportunidades a hombres y mujeres, pero afirman que cuando una mujer tiene familia ya no es tan productiva”, dice. Mientras que en las pequeñas, la discriminación gira en torno a la edad. “Ellos prefieren gente joven”, comenta.
La importancia de las redesla
Otro factor que influye al momento de conseguir un trabajo es el de cuánta gente puede conocer un potencial trabajador, sobre todo cuando se trata de obtener un cargo que implique tener personal a cargo. Según joanna Kamiche, coaturora de la investigación “¿el origen socioeconómico y la raza pagan?”, la mayoría de las veces los altos mandos otorgan este tipo de trabajos a personas que pertenecen a un determinado círculo de amigos.
“La investigación ha tomado como muestra a 381 egresados de la universidad del Pacífico entre 1990 y 1995. De esta cantidad de egresados, el 18% ahora ocupa un cargo de máxima autoridad, mientras que el 46% tiene un trabajo de mediana autoridad”.
En el análisis de resultados, Kamiche encontró que aquellos que tenían un cargo de máxima autoridad eran los que poseían un apellido no andino, eran hombres y blancos.
“En las entrevistas con algunos egresados nos contaron que muchos de los que ahora ocupan el cargo máximo no necesariamente poseían los méritos para tenerlo. Los testimonios afirman que el ser blanco y el pertenecer a un nivel socioeconómico alto tuvieron mucho que ver en la designación”, explica la investigadora de la universidad del Pacífico.
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