A solo unos días de que el conflicto de Conga resucite,
 por el paro del jueves 31 en Cajamarca, el Grupo de Diálogo Minería y 
Desarrollo Sustentable organizó un encuentro que reunió a representantes
 de las mineras y de las organizaciones sociales y gobiernos regionales 
que se oponen al proyecto. Los esfuerzos por abrir canales de diálogo se
 estrellaron con la realidad: las cosas están muy calientes, todavía.
Fotos Rocío Orellana/
En este preciso momento, José Luis López Follegatti no podría estar 
más feliz: “Darío, siéntate, esa es la foto que yo quiero”. Darío 
Zegarra, el gerente de Relaciones Comunitarias del Proyecto Conga, toma 
asiento en la mesa central. A su lado está un viejo conocido: César 
Aliaga, el vicepresidente regional de Cajamarca, segundo de Gregorio 
Santos y uno de los líderes del movimiento anti Conga. “Siéntense, 
siéntese”, les dice López, y los dos personajes, algo incómodos, se dan 
la mano ante los flashes. Los invitados aplauden. Varios también 
sonríen. La foto quedó perfecta.
 López Follegatti es, junto con Ana María Vidal y Ricardo Morel, uno 
de los coordinadores del Grupo de Diálogo Minería y Desarrollo 
Sustentable (GDMDS), la institución que ha organizado este evento. 
“Aprendiendo de Conga. La nueva minería” ha reunido a representantes de 
mineras como Yanacocha y Angloamerican con dirigentes de organizaciones 
antimineras, autoridades regionales y decenas de expertos involucrados 
en el tema de la minería y los conflictos sociales. La idea es abrir un 
espacio de diálogo. Buscar coincidencias. Demostrar que se puede llegar a
 acuerdos y que no todo es conflicto.
 El encuentro arranca bien, con un Ricardo Morel que presenta su 
exposición como un recuento de las lecciones que a él le ha dejado el 
problema de Conga y que las mineras deberían tomar en cuenta: a) Es más 
importante la relación con la comunidad que el impacto de los proyectos 
sociales. b) Quedarse pasivo mucho tiempo no ayuda a resolver el 
conflicto. c) La publicidad no necesariamente ayuda. d) La forma de 
relacionarse con las comunidades debe ser más humilde; entre otras. Todo
 esto es interesante porque Morel fue, hasta hace unos años, gerente de 
Responsabilidad Social de Yanacocha. Y porque el próximo mes asume como 
vicepresidente de Antamina, por lo que se espera que como ejecutivo 
minero ponga en práctica sus nuevas ideas.
 Ni pleito ni coincidencias
 Contra lo que podía esperarse, las alocuciones de Zegarra y de Aliaga 
no encienden chispas. El funcionario de Conga-Yanacocha expone un 
discurso prudente, conciliador, aunque lleno de generalidades, con 
frases como que “hemos aprendido que conversando nos podemos poner de 
acuerdo” y otras por el estilo. En cierto momento, muestra un cuadro en 
el que se ve que entre 2001 y 2010 la pobreza en Cajamarca bajó de 77% a
 49% y destaca que parte del mérito de esa reducción es de su empresa. 
“Cuarenta y nueve por ciento es inaceptable, pero eso nos dice que hay 
que hacer más y mejor [minería], no que hay que dejar de hacer 
[minería]”, concluye.
 Aliaga no va a hablar de las objeciones a Conga, es decir, no va al 
choque. Prefiere referirse a los temas estructurales que ha puesto en 
agenda esta crisis. La necesidad de un nuevo modelo de desarrollo, por 
ejemplo. Reconocer que los estudios de impacto ambiental ya no son 
instrumentos válidos para medir los impactos ambientales. Y mejorar los 
mecanismos de diálogo. “La propaganda ha creado más tensiones, ha 
polarizado más. Por ejemplo, la de Oblitas fue un autogol. O esa de que 
los niños nacen con casco, Darío”, y aquí Aliaga mira a Zegarra, “no es 
una buena manera de presentar las cosas”. Podría esperarse que el 
funcionario pisará el palito y responderá, pero no. Mira a Aliaga y 
sonríe. No habrá bronca.
 Y eso es bueno porque José Luis López está tratando de que, a pesar de las posiciones opuestas, haya coincidencias.
 Funcionarios humillados
 Una mujer sigue con mucha atención la exposición de la ex directora de 
Minas Marita Chappuís. Cuando Chappuís termina y López hace un 
comentario sobre la necesidad de que haya más debates como este, la 
mujer interviene: “Pero sí hubo, en el Ministerio...”. El moderador del 
evento la interrumpe: “Está bien, Clara. Tú eres la que aprobó el 
estudio de Conga. Vas a tener tu oportunidad de hablar”. La mujer es 
Clara García, la funcionaria que en octubre de 2010 aprobó el Estudio de
 Impacto Ambiental de Conga. La persona que en el gobierno aprista dijo 
“Conga sí va”.
 Precisamente cuando Chappuís habló, defendió a los funcionarios del 
Ministerio de Energía y Minas (Minem) que aprobaron el EIA de Conga. 
“Ellos fueron humillados, su labor fue vista como ineficiente y se 
insinuaron otras cosas”, dijo. La consultora sostuvo que el peritaje de 
los expertos internacionales derrumbó dos teorías: que no habría daño 
ambiental y que los funcionarios del Minem hicieron bien su trabajo. 
“Quedó demostrado que hay un trasfondo político”, dijo. A unos metros, 
César Aliaga la escuchaba con los brazos cruzados y una sonrisa en la 
cara.
 En medio de esta polarización, la exposición de Elías Segovia, 
presidente regional de Apurímac, apareció como un ejemplo de que sí hay 
caminos intermedios. Segovia está tratando de convivir con la 
agricultura y con la minería y ha llegado a acuerdos con las mineras de 
su región. Les ha advertido que no pretendan reemplazar al gobierno 
regional haciendo obras, porque esa no es su labor. “No hagan 
carreteras, no nos den plata. Su labor es hacer que el pueblo se 
enganche con la economía que genera la mina”, dice. Su propuesta resulta
 interesante y al terminar se gana un estruendoso aplauso.
 Un logro: la catarsis
 Con un tema tan polémico en debate, los asistentes no se quedan 
callados. López reparte el micrófono y, entonces, el arequipeño Pepe 
Julio Gutiérrez, líder de las protestas contra Tía María, puede decirle a
 Darío Zegarra que esperaba de él un mea culpa por los errores de 
Yanacocha. Su paisano, Humberto Olaechea, del Frente de Lucha de 
Arequipa, le puede “agradecer” a César Aliaga la franqueza de haber 
admitido que la oposición a Conga no es medioambiental sino política e 
ideológica. Y Jaime Melo, asesor del gobierno regional de Cajamarca, 
puede levantarse a criticar la exposición de Marita Chappuís y a 
quejarse del hecho de que el EIA de Conga fue aprobado no por un 
director sino por una simple “asesora”.
 Clara García de inmediato levanta la mano y pide la palabra “por 
alusión”. López le explica que esto no es el Congreso y que en unos 
minutos le tocará hablar.
 Y, unos minutos después, le pasan el micro. La mujer que aprobó 
Conga dice su nombre, que tiene 38 años en el sector y que nunca ha 
trabajado en ninguna minera. Tiene la voz aguda; está emocionada. Dice 
que es verdad, que ella autorizó Conga, pero no solo Conga sino toda la 
cartera de grandes proyectos mineros del 2009 al 2011. “Aquí no hubo 
corrupción, ¡no, señor! Si hay corrupción digan nombres”. José Luis 
López, los expositores, la audiencia entera no deja de escucharla. 
Cuando Clara García se calla, tiene en el rostro la expresión de alguien
 que ha soltado algo que tenía guardado hace mucho tiempo. Quizás no 
hubo nadie en esta sala que aprovechara este espacio de diálogo, de 
testimonios, como ella. Nadie.  (Óscar Miranda)
 
 
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