EL ASPECTO MÁS DÉBIL DE LA COMPETITIVIDAD DEL PERÚ ES LA INNOVACIÓN. SIN EMBARGO, TODAVÍA HAY UN GRUESO DE EMPRESAS QUE OPERAN EN EL PAÍS QUE NO APUESTA POR ELLA
Por: Silvia Mendoza Martínez
El último reporte de  competitividad del Foro Económico Mundial dice que el Perú avanzó seis  posiciones –llegó al puesto 67 de 142 economías analizadas– y se coló  entre los 10 países latinoamericanos mejor posicionados. 
El resultado sin duda es positivo, pero saca de foco un hecho  preocupante: en innovación, factor que mide la capacidad de agregar  valor y competitividad a su aparato productivo, poco o nada hemos  avanzado. 
Según el foro, el puesto que ocupamos es el 113. Es decir que estamos detrás de países como Bolivia y Etiopía. 
Pero, ¿por qué es importante innovar? La directora de la Oficina Técnica de los CITE,  Inés Carazo, explica que la innovación es transformar el conocimiento  en riqueza. Sin ella, dice, no sería posible, para países como el  nuestro, pasar de un modelo de desarrollo basado principalmente en  actividades extractivas a un modelo con industrias creativas y con alto  valor agregado. 
Esa es la cuestión de fondo y la importancia de que el tema se trate en eventos como la CADE,  pues nuestra carencia en innovación no se resuelve solo con aptitud,  sino que tiene que ver con una apuesta decidida de los sectores público y  privado.
Para muestra un detalle: entre las variables que el foro toma en  cuenta para elaborar su ránking figura la colaboración entre la  universidad y la industria en investigación y desarrollo (I&D), en  la que nos situamos en la posición 103. Otra variable con magro  resultado –estamos en el puesto 118– es el nivel de gasto del sector  privado en I&D. 
En este escenario no sorprende que de los hallazgos de nuestra  encuesta realizada a 67 empresas del medio, resalte que el 40% de las  consultadas responda que no posee una unidad de investigación e  innovación.     
Si bien apostar por la innovación implica un compromiso económico,  llama la atención que el 22,7% de las grandes empresas consultadas –que  en teoría podrían destinar recursos para ese fin– respondiera  negativamente. El porcentaje se eleva al 44,4% si consideramos el total  de empresas encuestadas. Como era previsible, entre las pequeñas la  cifra llega el 75%.
Pese a ello, solo el 15,7% dijo que no tenía entre sus prácticas  comerciales habituales el lanzamiento de nuevos productos o servicios.  ¿Cómo comprender que la mayoría de las empresas entiendan el valor de  innovar, pero no destinen recursos para ello? Ojalá la respuesta salga a  flote esta semana en el Cusco. En tanto, habría que reflexionar sobre  las respuestas halladas por Día_1.
 
 
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