Por: Guillermo Russo Checa (*)
En octubre pasado se celebró en Panamá el foro Minería responsable, impactos y beneficios, en el que me correspondió dar las palabras de inauguración. Comparto algunas ideas planteadas sobre el tema.
La minería es de vital importancia para la realidad económica, política y social del Perú. Es fundamental tener claro que el Perú fue, es y seguirá siendo un país minero, uno de los líderes del mundo en ese sector. Tenemos mucho que ofrecer. Hemos conocido lo bueno, lo malo y lo feo de la minería.
Este año, de un total de US$44.005 millones de exportaciones, las mineras representarán 24.072 millones, casi el 65%. En el 2007 fueron 17.238 millones. Es decir, en cuatro años hemos aumentado nuestras exportaciones mineras en US$7.500 millones.
Esto se ha debido esencialmente al aumento de los precios internacionales de los minerales, al que ha contribuido el crecimiento de economías como la china y la india; asimismo el aumento en la producción y la apertura de nuevos proyectos. El Perú ocupa el quinto lugar como destino de exploración minera, con 614 millones en el 2010. En inversiones mineras se proyecta superar este año los US$5.000 millones. Hay proyectos en cartera estimados en US$50.734 millones, principalmente en cobre, hierro y oro. El desafío del gobierno es asegurar la inversión programada para los próximos cinco años, en los que se invertirían aproximadamente US$30.000 millones. Pero con un nuevo esquema de articulación social y ambiental de la actividad minera.
La minería puede ser motor del crecimiento económico, pero si no se asumen las cautelas pertinentes puede generar conflictos sociales. La gran tarea de los gobiernos en el sector minero es articular la prosperidad con la gobernabilidad y sostenibilidad social, ambiental y económica de los territorios, para que impulse el desarrollo humano y eleve la calidad de vida de la población.
En el caso peruano, el Gobierno se ha propuesto promover el fortalecimiento de capacidades de impacto local y regional para mejorar las condiciones de vida de la población de los centros poblados menores, zonas rurales y comunidades ubicadas en las zonas de influencia de los proyectos y unidades mineras. De ponerse en marcha la cartera de inversiones mineras se generarán nuevos polos de desarrollo, en los que las regiones asumirán un rol promotor.
Nuestro Gobierno ha acordado con las empresas mineras el pago de un gravamen para recaudar recursos para el financiamiento de obras de infraestructura, programas de inclusión social y remediación de pasivos ambientales mineros. Se ha planteado tres objetivos principales: maximizar los recursos para el Estado, no afectar la competitividad en el sector minero y mantener la estabilidad jurídica.
Hay un compromiso del presidente Ollanta Humala con la población. Al promulgar recientemente las tres leyes del nuevo esquema tributario en el sector minero –Impuesto Especial a la Minería, la modificación de la Ley de Regalías Mineras y el Gravamen Especial a la Minería– dijo que se permitirán ingresos adicionales al fisco por S/.3.000 millones. El presidente Humala afirmó que el panorama mundial genera incertidumbre y preocupación, “pues, existe una tormenta que viene del norte” que de todas maneras llegará a la región latinoamericana, pero “estamos preparándonos para recibirla”.
Desde la perspectiva social, es clave la generación de confianza entre el Estado, las empresas y la población. Solo la confianza a través del diálogo continuo y democrático permitirá atender la raíz de los conflictos sociales vinculados al sector, transformándolos en genuinas oportunidades de desarrollo compartido. Esto implica la consulta previa, el fortalecimiento de mecanismos reales de participación ciudadana, la promoción de mejores prácticas de responsabilidad social, eficiencia, control y fiscalización de la gestión ambiental, impulso de cadenas productivas y actividades económicas sostenibles, fortalecimiento de los sectores y de los gobiernos locales y regionales para la canalización democrática e institucional de demandas por parte de la población.
Bien llevada, la minería puede ser una actividad inclusiva y generadora de oportunidades. El reto minero está en manos de todos los sectores involucrados. Hay que entender y aceptar su potencial y lo que representa para el futuro del Perú. Se deben establecer las bases de un entendimiento recíproco entre las principales fuerzas para el impulso de planes de desarrollo conjunto con sostenibilidad para crear una cultura de paz y de progreso. No podemos concebir el éxito de una inversión minera, si no es desde un enfoque amplio que combina la competitividad económica y la rentabilidad financiera, con la sostenibilidad ambiental, el desarrollo social y la gobernabilidad del territorio.
(*) Embajador del Perú en Panamá
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