La juventud actual tiene una serie de virtudes asociadas a su nacimiento en pleno auge de las tecnologías de la información. Son los primeros “nativos digitales” porque desde temprana edad maniobran la PC para jugar en el ciberespacio. Son una generación “multitarea” que simultáneamente hace sus tareas escolares o universitarias, chatea en el Facebook, mira su cuenta de Twitter, responde e-mails, escucha música en un Ipod, mientras, aparentemente, comparte una conversación con sus padres. Los jóvenes de hoy están siempre conectados, en tiempo real, con miles de conocidos y desconocidos del Perú y el mundo. Por último, tienen todo el conocimiento de la humanidad al alcance de un click, pues Google y otros buscadores superan a la mejor biblioteca física del mundo, almacenando y buscando el conocimiento acumulado al instante.
Sin embargo, también hay grandes limitaciones y retos inherentes a los jóvenes de hoy. El nuevo conocimiento va desplazando de manera acelerada la sabiduría anterior a un ritmo de 20% al año. El joven que no se actualiza constantemente será fácilmente desplazado por otros más jóvenes aún y aquellos que aprendieron a aprender para toda la vida. Asociada a la realización de muchas tareas simultáneas, sin mayor profundización, aparecen los grandes déficits de atención y concentración. Empiezan a escasear los individuos con razonamiento crítico y capacidad de reflexión, que son los más buscados laboralmente.
Quizás el síndrome más emblemático de la actual generación es esa propensión casi instintiva a “copiar y pegar” el primer texto que aparece en el buscador, sin preguntarse si es verdadero, falso o incierto ni respetar la autoría intelectual del mismo. Muchos jóvenes sobreentienden, o malentienden, que todo texto disponible en el Internet es “propiedad pública” y que puede copiarse sin reconocer que cometen una grave falta ética al apropiarse de un producto ajeno. Tenemos que evitar este mal desde la formación y educación temprana. Necesitamos individuos juiciosos y reflexivos que utilicen, ética y creativamente, las grandes herramientas a su alcance.
Sin embargo, también hay grandes limitaciones y retos inherentes a los jóvenes de hoy. El nuevo conocimiento va desplazando de manera acelerada la sabiduría anterior a un ritmo de 20% al año. El joven que no se actualiza constantemente será fácilmente desplazado por otros más jóvenes aún y aquellos que aprendieron a aprender para toda la vida. Asociada a la realización de muchas tareas simultáneas, sin mayor profundización, aparecen los grandes déficits de atención y concentración. Empiezan a escasear los individuos con razonamiento crítico y capacidad de reflexión, que son los más buscados laboralmente.
Quizás el síndrome más emblemático de la actual generación es esa propensión casi instintiva a “copiar y pegar” el primer texto que aparece en el buscador, sin preguntarse si es verdadero, falso o incierto ni respetar la autoría intelectual del mismo. Muchos jóvenes sobreentienden, o malentienden, que todo texto disponible en el Internet es “propiedad pública” y que puede copiarse sin reconocer que cometen una grave falta ética al apropiarse de un producto ajeno. Tenemos que evitar este mal desde la formación y educación temprana. Necesitamos individuos juiciosos y reflexivos que utilicen, ética y creativamente, las grandes herramientas a su alcance.
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